Todas se suspendían mediante correas del cinto o del perpunte. Es habitual atar una jareta bajo la rodilla para evitar el descolgamiento.
Las brafoneras (en castellano) o brassonieres (en provenzal) también englobaban las protecciones para los antebrazos. En los condados catalanes solamente aludían a las protecciones de las piernas.
A mediados de siglo los pies también se cubren con malla (escarpines) e incluso con escamas metálicas.